El mundo vivido en Merleau-Ponty

La obra de Merleau-Ponty en su generalidad –al menos hasta sus postrimerías–, bebió directamente del llamado último Husserl, con lo cual quedó incluida dentro del legado fenomenológico más profundo, aunque no por ello amarrado escrupulosamente al mismo, pues, siguiendo los postulados existencialistas de Heidegger, Merleau-Ponty dedicó no poca parte de su trabajo a reprochar las raíces idealistas de Husserl. Pero hay que reafirmar que, a la par que lidió contra este idealismo primigenio, no pudo más que ver en la Krisis una lumbrera a la fecundidad del método fenomenológico, aunque entendiendo a éste como todavía insuficiente, o inacabado. Ésta es la cuerda de la que Merleau-Ponty tiraría para estructurar toda su obra, la radicalización del último legado husserliano: la facticidad, la historicidad en el sujeto y la vuelta al mundo de la vida, al mundo prerreflexivo, eliminando por completo aquella vieja postura del “espectador desinteresado”. Y este será el tema central de nuestro artículo.

Merleau-Ponty pretende llevar el método fenomenológico husserliano a un nuevo terreno, al terreno existencial, recogiendo la visión del sujeto histórico, del que vive inmerso en el Lebenswelt, adecuándola a los preceptos heideggerianos de ser en cuanto a existencia, en cuanto a ser-en-el-mundoêtre au monde–, una posición existencialista radicalmente opuesta al intelectualismo cartesiano del que arrancó el primer Husserl, pero a la vez tan cercana a los postulados historicistas con los que culminó su filosofía.

Para ello convierte el mundo vivido en una de las piedras angulares de su obra, y no sólo porqué a su alrededor pivotan la mayoría de los conceptos fundamentales de la misma, sino especialmente en tanto que por sí solo expone en su mismo seno el objetivo fundamental de su proyecto, éste es, la posibilidad de articular o conjugar el objeto con el sujeto; el mundo exterior con el mundo interior; el alma con el cuerpo. El tema central es una filosofía trascendental en la que la percepción se convertirá en la vía mediante la cual el sujeto (encarnado) accederá a un mundo, y lo hará ya no como un objeto más entre otros, sino como significación; no como ser pensante sino “pudiente”, viviendo el mundo, habitando un mundo vivido.

 
Más allá de las presentaciones de la obra pontiana, con el presente artículo, se pretende ofrecer un ejemplo fructífero de aplicación de tal obra en el campo temático o práctico de las ciencias socio-culturales, dar a entender importantes implicaciones epistemológicas que la fenomenología existencial en general, concretamente desde su axioma perspectivista, puede ofrecer a todo análisis de la realidad, sea éste psicológico, antropológico, sociológico... Y en líneas generales, llevar al lector a quedarse con la idea de que tras ese gran ejercicio de “volver a las cosas mismas”, podemos, entre otras operaciones, regresar al mundo tematizado, y reflexionarlo, y entenderlo, pero con la emancipación que supone el aparecer despojados de la vieja “actitud natural” que nos desviaba de la realidad que percibimos. Así, tras la bajada al páramo prerreflexivo, podremos regresar con las níveas vestiduras de la actitud fenomenológica y conseguir algo tan grande como es ver el mundo.


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